«Me multaron por una lata de cerveza y he acabado en la cárcel Modelo»
Entrevistamos a Juan Ávila, un barcelonés de 28 años que ha sufrido un largo periplo por los calabozos de la comisaría de la Verneda, la Ciudad de la Justicia y la prisión Modelo raíz del impago de una pena-multa de 28 euros
«No puedo pagar la multa, pierdo el vuelo a Colombia que tenía programado para el lunes a primera hora y me envían a la Modelo», afirma Juan Ávila Victor Sierre.
Juan no se puede creer lo que le ha pasado esta semana. Un agente de la unidad UNOC de la Guardia Urbana lo denunció a finales de noviembre de 2013 cuando estaba bebiendo una lata de cerveza en las Ramblas. En abril de 2014 se celebró un juicio de faltas y lo condenaron a una pena-multa de 48 euros por «falta de respeto a la autoridad». Él declaró ante el juez que la habían agredido, pero no le creyeron. Pagó veinte euros en ese momento y el resto pensó que pagar más adelante, pero se olvidó. Diez meses más tarde, aquel impago ha sido la excusa para detenerlo e ingresarlo en prisión.
¿Por qué te denunció el agente de la Guardia Urbana?
Eran las cinco menos cuarto de la madrugada, salíamos con dos compañeros de un bar y caminábamos por las Ramblas con una lata de cerveza en la mano, a la altura del Teatro Principal. En ese momento una furgoneta de la Guardia Urbana llega por la zona peatonal y un policía baja y empieza a cargar contra la gente a golpes de porra. En ese momento un agente viene hacia mí para cogerme la lata de cerveza, la lata se rompe y me cortan la mano, el policía se aleja, yo me quedo con la herida, llaman a la ambulancia y me atienden , entonces el policía se acerca y me hace una denuncia por desobediencia o algo similar. No me entrega ninguna copia.
Pero no te detienen. ¿Cuándo vuelves a tener conocimiento del caso?
Esto ocurrió a finales de otoño de 2013. Tuve el juicio de faltas en abril de 2014. Estaban los dos policías y su abogada. Afirmaron que yo les había agredido, que yo no les había hecho caso, mintieron, no dijeron nada de la agresión en contra mío, toda mi versión no fue considerada al juicio y quedó como si yo hubiera agredido el policía con una lata. La condena fue de dieciséis días de pena-multa con una cuota diaria de tres euros, en total pues eran 48 euros de multa. En ese momento yo pago veinte euros y se me olvida hacer el ingreso de la segunda parte, los 28 euros restantes.
«En medio del trámite del pasaporte dos policías me dicen que estoy detenido y m’emmanillen. No me dan ninguna explicación y me trasladan a la comisaría de la Verneda y después en la Modelo »
¿Y cuándo te dicen que estás detenido?
Esto se queda así y este pasado sábado 7 de febrero, diez meses después, dado que tenía que viajar a Colombia y no tenía el pasaporte en regla, voy a la comisaría de la Policía Nacional en la calle Trafalgar y en medio del trámite del pasaporte dos policías me dicen que estoy detenido y m’emmanillen. No me dan ninguna explicación del porqué, ningún motivo y se me llevan. Me trasladan a la comisaría de la Verneda. Entro el mediodía del sábado y estoy hasta las nueve de la mañana del domingo. Cerrado los calabozos solo, aislado. A las dos de la madrugada me hacen las fotos y las huellas dactilares. Los policías estaban confusos porque a la orden de ingreso en prisión no se decía nada que fuera por una pena-multa y, por tanto, no figuraba la cuantía.
¿Pero tu abogado puede hablar con el juzgado?
A las nueve de la mañana del domingo me trasladan a la Ciudad de la Justicia ya las once llega el abogado y me dice que efectivamente se trata de una pena-multa pendiente, pero que hay un problema porque si fuera un día laborable, se podría ir al juzgado y certificar cuál era el valor de la multa y poder pagar, pero era domingo. La juez de guardia agarra a eso y dice que a la orden de prisión no consta el valor de la multa y eso hace que no se pueda pagar. Esto es una irregularidad por parte del juzgado que llevaba el caso, el de instrucción 29. Entonces, no puedo pagar la multa, pierdo el vuelo a Colombia que tenía programado para el lunes a primera hora y me envían a la Modelo. A las cinco de la tarde del domingo con cuatro o cinco personas me llevan hasta el pabellón de ingresos, en la calle Entença, que supe que la llaman «la perrera». Allí paso la noche y, al día siguiente, el lunes por la mañana, hablo con el asistente social y le digo que me deje hacer una llamada telefónica, que hace 48 horas que estoy cerrado y todavía no me lo han permitido. Me autorizan a hacer la llamada y entonces me informa mi compañero que ya está firmado el auto de libertad una vez se han abonado los 28 euros restantes en el juzgado.
Entonces, ¿finalmente sales de la cárcel?
No. Me puse muy contento y pregunté a los funcionarios cuando tiempo tardarían en dejarme en libertad. Me dicen que ellos no tienen constancia del auto de libertad y que cuando llegara ya me informa. De repente, después de comer, me dicen que me prepare para que me trasladan a la galería. Yo me quejo, pregunto y la respuesta es contundente: agradece que te traemos en la galería uno y no te llevamos «a una galería más chunga donde te pueden dar una puñalada y nunca más saldrás». Me pongo nervioso, no entiendo nada, pero lo asumo, me quedo callado. Allí dentro no puedes decir nada, no puedes preguntar nada.
«En la cárcel me di cuenta de que toda la gente estaba por multas, por delitos menores, por faltas menores, gente sin ningún tipo de recursos, que no pueden hacer frente a este tipo de multas»
¿Y cuándo se dan cuenta de que tienes el auto de libertad?
Me llevan a la celda ya las seis de la tarde salgo al patio, por primera vez desde el sábado puedo salir al patio. Un funcionario me llama, doy por hecho que es para salir en libertad. Pero no. Me hace firmar el certificado de traslado de mis pertenencias en la galería. Cuando se acaba el recreo y comienza el recuento antes de entrar de nuevo a las celdas, me dirijo a una funcionaria para que compruebe si había llegado mi orden de libertad. Por fin sí. Me dijo que «era cierto», que ya constaba. Me llevaron a recoger mis cosas y me sacaron a la calle.
¿La experiencia? ¿Cómo te ha afectado todo este periplo?
Una de las cosas que aluciné es el tema de la incomunicación, no tienes información de nada, la comida es deplorable, el trato es muy jodido, y me di cuenta de que toda la gente estaba por multas, por delitos menores, por faltas menores, gente sin ningún tipo de recursos, que no pueden hacer frente a este tipo de multas, las cárceles están llenas de gente sin recursos y en la cárcel, entran en un círculo vicioso y puede que no salgan. A la gente con problemas de drogas y ansiedad le suministran todo tipo de calmantes. Puedes pedir Trankimazin, Diazepam, Largactil, te van suministrando pastillas si tú quieres, porque te quedes allí tonto. En mi caso ha sido una irregularidad del juzgado que me ha llevado a esta situación. Me multaron por estar bebiendo una lata de cerveza y he pasado tres días entre rejas, he acabado en la cárcel Modelo.
Fuente: https://directa.cat/em-van-multar-una-llauna-de-cervesa-he-acabat-preso-model
Traducido por el comité supremo de la RSA.