Metodo de detencion de la NAZIonal

28 febrero, 2011

Pongamonos en situacion, policia NAZIonal fuera de servicio, en torno a la media noche,  se dirige en su coche particular al poligono Marconni de Villaverde (creemos que padecia de insomnio y evidentemente leer no iba a hacer), en fin, en este dicho poligono para en frente de una señorita de Sierra Lenona y la dice que se acerque a su coche.

En ese momento se hacerca una patrulla de policia municipal y el NAZIonal nervioso saca, como puede, la placa del bulto de sus pantalones. Tras identificarse como perro represor le comenta a sus compañeros que iba a proceder a la detencion de la joven, puesto que no tenia papales, para ello les pide unas bridas y acto seguido la patrulla de municipales retoma su camino.

Tras atarle las bridas a la chica, la introduce en el coche y sin ni siquiera salir del poligono , la desnuda y comienza a violarla. Tras acabar el madero putero y violador, la abandona en una cuneta poco transitada a las afueras del mismo.

Entra, entra que te vamos a leer los derechos

Tras recobrar las fuerzas la pobre muchacha se dirige a la comisaria mas cercana a poner una denuncia al madero putero,, tras comprobar la versión de la chica y de los policías municipales y las pruebas físicas de la misma, se llama a declarar al fascista violador y es llevado a prisión provisional

«Quiero ver como chupas una polla, o te llevo a comisaria»


«¿Por Qué Socialismo?» de Albert Einstein

24 febrero, 2011

¿Debe quién no es un experto en cuestiones económicas y sociales opinar sobre el socialismo? Por una serie de razones creo que si.

Permítasenos primero considerar la cuestión desde el punto de vista del conocimiento científico. Puede parecer que no hay diferencias metodológicas esenciales entre la astronomía y la economía: los científicos en ambos campos procuran descubrir leyes de aceptabilidad general para un grupo circunscrito de fenómenos para hacer la interconexión de estos fenómenos tan claramente comprensible como sea posible. Pero en realidad estas diferencias metodológicas existen. El descubrimiento de leyes generales en el campo de la economía es difícil por que la observación de fenómenos económicos es afectada a menudo por muchos factores que son difícilmente evaluables por separado. Además, la experiencia que se ha acumulado desde el principio del llamado período civilizado de la historia humana –como es bien sabido– ha sido influida y limitada en gran parte por causas que no son de ninguna manera exclusivamente económicas en su origen. Por ejemplo, la mayoría de los grandes estados de la historia debieron su existencia a la conquista. Los pueblos conquistadores se establecieron, legal y económicamente, como la clase privilegiada del país conquistado. Se aseguraron para sí mismos el monopolio de la propiedad de la tierra y designaron un sacerdocio de entre sus propias filas. Los sacerdotes, con el control de la educación, hicieron de la división de la sociedad en clases una institución permanente y crearon un sistema de valores por el cual la gente estaba a partir de entonces, en gran medida de forma inconsciente, dirigida en su comportamiento social.

Pero la tradición histórica es, como se dice, de ayer; en ninguna parte hemos superado realmente lo que Thorstein Veblen llamó «la fase depredadora» del desarrollo humano. Los hechos económicos observables pertenecen a esa fase e incluso las leyes que podemos derivar de ellos no son aplicables a otras fases. Puesto que el verdadero propósito del socialismo es precisamente superar y avanzar más allá de la fase depredadora del desarrollo humano, la ciencia económica en su estado actual puede arrojar poca luz sobre la sociedad socialista del futuro.

En segundo lugar, el socialismo está guiado hacia un fin ético-social. La ciencia, sin embargo, no puede establecer fines e, incluso menos, inculcarlos en los seres humanos; la ciencia puede proveer los medios con los que lograr ciertos fines. Pero los fines por si mismos son concebidos por personas con altos ideales éticos y –si estos fines no son endebles, sino vitales y vigorosos– son adoptados y llevados adelante por muchos seres humanos quienes, de forma semi-inconsciente, determinan la evolución lenta de la sociedad.

Por estas razones, no debemos sobrestimar la ciencia y los métodos científicos cuando se trata de problemas humanos; y no debemos asumir que los expertos son los únicos que tienen derecho a expresarse en las cuestiones que afectan a la organización de la sociedad. Muchas voces han afirmado desde hace tiempo que la sociedad humana está pasando por una crisis, que su estabilidad ha sido gravemente dañada. Es característico de tal situación que los individuos se sienten indiferentes o incluso hostiles hacia el grupo, pequeño o grande, al que pertenecen. Como ilustración, déjenme recordar aquí una experiencia personal. Discutí recientemente con un hombre inteligente y bien dispuesto la amenaza de otra guerra, que en mi opinión pondría en peligro seriamente la existencia de la humanidad, y subrayé que solamente una organización supranacional ofrecería protección frente a ese peligro. Frente a eso mi visitante, muy calmado y tranquilo, me dijo: «¿porqué se opone usted tan profundamente a la desaparición de la raza humana?»

Estoy seguro que hace tan sólo un siglo nadie habría hecho tan ligeramente una declaración de esta clase. Es la declaración de un hombre que se ha esforzado inútilmente en lograr un equilibrio interior y que tiene más o menos perdida la esperanza de conseguirlo. Es la expresión de la soledad dolorosa y del aislamiento que mucha gente está sufriendo en la actualidad. ¿Cuál es la causa? ¿Hay una salida?

Es fácil plantear estas preguntas, pero difícil contestarlas con seguridad. Debo intentarlo, sin embargo, lo mejor que pueda, aunque soy muy consciente del hecho de que nuestros sentimientos y esfuerzos son a menudo contradictorios y obscuros y que no pueden expresarse en fórmulas fáciles y simples.

El hombre es, a la vez, un ser solitario y un ser social. Como ser solitario, procura proteger su propia existencia y la de los que estén más cercanos a él, para satisfacer sus deseos personales, y para desarrollar sus capacidades naturales. Como ser social, intenta ganar el reconocimiento y el afecto de sus compañeros humanos, para compartir sus placeres, para confortarlos en sus dolores, y para mejorar sus condiciones de vida. Solamente la existencia de éstos diferentes, y frecuentemente contradictorios objetivos por el carácter especial del hombre, y su combinación específica determina el grado con el cual un individuo puede alcanzar un equilibrio interno y puede contribuir al bienestar de la sociedad. Es muy posible que la fuerza relativa de estas dos pulsiones esté, en lo fundamental, fijada hereditariamente. Pero la personalidad que finalmente emerge está determinada en gran parte por el ambiente en el cual un hombre se encuentra durante su desarrollo, por la estructura de la sociedad en la que crece, por la tradición de esa sociedad, y por su valoración de los tipos particulares de comportamiento. El concepto abstracto «sociedad» significa para el ser humano individual la suma total de sus relaciones directas e indirectas con sus contemporáneos y con todas las personas de generaciones anteriores. El individuo puede pensar, sentirse, esforzarse, y trabajar por si mismo; pero él depende tanto de la sociedad -en su existencia física, intelectual, y emocional- que es imposible concebirlo, o entenderlo, fuera del marco de la sociedad. Es la «sociedad» la que provee al hombre de alimento, hogar, herramientas de trabajo, lenguaje, formas de pensamiento, y la mayoría del contenido de su pensamiento; su vida es posible por el trabajo y las realizaciones de los muchos millones en el pasado y en el presente que se ocultan detrás de la pequeña palabra «sociedad».

Es evidente, por lo tanto, que la dependencia del individuo de la sociedad es un hecho que no puede ser suprimido — exactamente como en el caso de las hormigas y de las abejas. Sin embargo, mientras que la vida de las hormigas y de las abejas está fijada con rigidez en el más pequeño detalle, los instintos hereditarios, el patrón social y las correlaciones de los seres humanos son muy susceptibles de cambio. La memoria, la capacidad de hacer combinaciones, el regalo de la comunicación oral ha hecho posible progresos entre los seres humanos que son dictados por necesidades biológicas. Tales progresos se manifiestan en tradiciones, instituciones, y organizaciones; en la literatura; en las realizaciones científicas e ingenieriles; en las obras de arte. Esto explica que, en cierto sentido, el hombre puede influir en su vida y que puede jugar un papel en este proceso el pensamiento consciente y los deseos.

El hombre adquiere en el nacimiento, de forma hereditaria, una constitución biológica que debemos considerar fija e inalterable, incluyendo los impulsos naturales que son característicos de la especie humana. Además, durante su vida, adquiere una constitución cultural que adopta de la sociedad con la comunicación y a través de muchas otras clases de influencia. Es esta constitución cultural la que, con el paso del tiempo, puede cambiar y la que determina en un grado muy importante la relación entre el individuo y la sociedad como la antropología moderna nos ha enseñado, con la investigación comparativa de las llamadas culturas primitivas, que el comportamiento social de seres humanos puede diferenciar grandemente, dependiendo de patrones culturales que prevalecen y de los tipos de organización que predominan en la sociedad. Es en esto en lo que los que se están esforzando en mejorar la suerte del hombre pueden basar sus esperanzas: los seres humanos no están condenados, por su constitución biológica, a aniquilarse o a estar a la merced de un destino cruel, infligido por ellos mismos.

Si nos preguntamos cómo la estructura de la sociedad y de la actitud cultural del hombre deben ser cambiadas para hacer la vida humana tan satisfactoria como sea posible, debemos ser constantemente conscientes del hecho de que hay ciertas condiciones que no podemos modificar. Como mencioné antes, la naturaleza biológica del hombre es, para todos los efectos prácticos, inmodificable. Además, los progresos tecnológicos y demográficos de los últimos siglos han creado condiciones que están aquí para quedarse. En poblaciones relativamente densas asentadas con bienes que son imprescindibles para su existencia continuada, una división del trabajo extrema y un aparato altamente productivo son absolutamente necesarios. Los tiempos — que, mirando hacia atrás, parecen tan idílicos — en los que individuos o grupos relativamente pequeños podían ser totalmente autosuficientes se han ido para siempre. Es sólo una leve exageración decir que la humanidad ahora constituye incluso una comunidad planetaria de producción y consumo.

Ahora he alcanzado el punto donde puedo indicar brevemente lo que para mí constituye la esencia de la crisis de nuestro tiempo. Se refiere a la relación del individuo con la sociedad. El individuo es más consciente que nunca de su dependencia de sociedad. Pero él no ve la dependencia como un hecho positivo, como un lazo orgánico, como una fuerza protectora, sino como algo que amenaza sus derechos naturales, o incluso su existencia económica. Por otra parte, su posición en la sociedad es tal que sus pulsiones egoístas se están acentuando constantemente, mientras que sus pulsiones sociales, que son por naturaleza más débiles, se deterioran progresivamente. Todos los seres humanos, cualquiera que sea su posición en la sociedad, están sufriendo este proceso de deterioro. Los presos a sabiendas de su propio egoísmo, se sienten inseguros, solos, y privados del disfrute ingenuo, simple, y sencillo de la vida. El hombre sólo puede encontrar sentido a su vida, corta y arriesgada como es, dedicándose a la sociedad.

La anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy es, en mi opinión, la verdadera fuente del mal. Vemos ante nosotros a una comunidad enorme de productores que se están esforzando incesantemente privándose de los frutos de su trabajo colectivo — no por la fuerza, sino en general en conformidad fiel con reglas legalmente establecidas. A este respecto, es importante señalar que los medios de producción –es decir, la capacidad productiva entera que es necesaria para producir bienes de consumo tanto como capital adicional– puede legalmente ser, y en su mayor parte es, propiedad privada de particulares.

En aras de la simplicidad, en la discusión que sigue llamaré «trabajadores» a todos los que no compartan la propiedad de los medios de producción — aunque esto no corresponda al uso habitual del término. Los propietarios de los medios de producción están en posición de comprar la fuerza de trabajo del trabajador. Usando los medios de producción, el trabajador produce nuevos bienes que se convierten en propiedad del capitalista. El punto esencial en este proceso es la relación entre lo que produce el trabajador y lo que le es pagado, ambos medidos en valor real. En cuanto que el contrato de trabajo es «libre», lo que el trabajador recibe está determinado no por el valor real de los bienes que produce, sino por sus necesidades mínimas y por la demanda de los capitalistas de fuerza de trabajo en relación con el número de trabajadores compitiendo por trabajar. Es importante entender que incluso en teoría el salario del trabajador no está determinado por el valor de su producto.

El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte debido a la competencia entre los capitalistas, y en parte porque el desarrollo tecnológico y el aumento de la división del trabajo animan la formación de unidades de producción más grandes a expensas de las más pequeñas. El resultado de este proceso es una oligarquía del capital privado cuyo enorme poder no se puede controlar con eficacia incluso en una sociedad organizada políticamente de forma democrática. Esto es así porque los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los partidos políticos, financiados en gran parte o influidos de otra manera por los capitalistas privados quienes, para todos los propósitos prácticos, separan al electorado de la legislatura. La consecuencia es que los representantes del pueblo de hecho no protegen suficientemente los intereses de los grupos no privilegiados de la población. Por otra parte, bajo las condiciones existentes, los capitalistas privados inevitablemente controlan, directamente o indirectamente, las fuentes principales de información (prensa, radio, educación). Es así extremadamente difícil, y de hecho en la mayoría de los casos absolutamente imposible, para el ciudadano individual obtener conclusiones objetivas y hacer un uso inteligente de sus derechos políticos.

La situación que prevalece en una economía basada en la propiedad privada del capital está así caracterizada en lo principal: primero, los medios de la producción (capital) son poseídos de forma privada y los propietarios disponen de ellos como lo consideran oportuno; en segundo lugar, el contrato de trabajo es libre. Por supuesto, no existe una sociedad capitalista pura en este sentido. En particular, debe notarse que los trabajadores, a través de luchas políticas largas y amargas, han tenido éxito en asegurar una forma algo mejorada de «contrato de trabajo libre» para ciertas categorías de trabajadores. Pero tomada en su conjunto, la economía actual no se diferencia mucho de capitalismo «puro». La producción está orientada hacia el beneficio, no hacia el uso. No está garantizado que todos los que tienen capacidad y quieran trabajar puedan encontrar empleo; existe casi siempre un «ejército de parados». El trabajador está constantemente atemorizado con perder su trabajo. Desde que parados y trabajadores mal pagados no proporcionan un mercado rentable, la producción de los bienes de consumo está restringida, y la consecuencia es una gran privación. El progreso tecnológico produce con frecuencia más desempleo en vez de facilitar la carga del trabajo para todos. La motivación del beneficio, conjuntamente con la competencia entre capitalistas, es responsable de una inestabilidad en la acumulación y en la utilización del capital que conduce a depresiones cada vez más severas. La competencia ilimitada conduce a un desperdicio enorme de trabajo, y a ése amputar la conciencia social de los individuos que mencioné antes.

Considero esta mutilación de los individuos el peor mal del capitalismo. Nuestro sistema educativo entero sufre de este mal. Se inculca una actitud competitiva exagerada al estudiante, que es entrenado para adorar el éxito codicioso como preparación para su carrera futura.

Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves males, el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales. En una economía así, los medios de producción son poseídos por la sociedad y utilizados de una forma planificada. Una economía planificada que ajuste la producción a las necesidades de la comunidad, distribuiría el trabajo a realizar entre todos los capacitados para trabajar y garantizaría un sustento a cada hombre, mujer, y niño. La educación del individuo, además de promover sus propias capacidades naturales, procuraría desarrollar en él un sentido de la responsabilidad para sus compañeros-hombres en lugar de la glorificación del poder y del éxito que se da en nuestra sociedad actual.

Sin embargo, es necesario recordar que una economía planificada no es todavía socialismo. Una economía planificada puede estar acompañada de la completa esclavitud del individuo. La realización del socialismo requiere solucionar algunos problemas sociopolíticos extremadamente difíciles: ¿cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y arrogante? ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo y cómo asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia?

Publicado en Monthly Review, Nueva York, mayo de 1949.


Entrevista con el Investigador Ruso Boris Borisov

24 febrero, 2011

 

«En los años 30 la verdadera hambruna tuvo lugar en los EEUU y no en la URSS»

Yulia Alekhina.
Komsomolskaya Pravda

Traducido del ruso para Rebelión por Josafat S. Comín

Los historiadores rusos aseguran que en los años de la Gran Depresión que asoló los Estados Unidos en los años 30, en el país murieron de hambre cerca de cinco millones de sus ciudadanos. Muchos de ellos, habrían muerto por culpa del gobierno de los de EEUU. Hemos hablado con el investigador en la historia del siglo XX. Boris Borisov, para preguntarle por qué al otro lado del océano no se avergüenzan en silenciar este hecho.

* Boris, los historiadores occidentales ya han comenzado a poner en duda esa cifra …

Se podrá dudar lo que se quiera, pero lo mejor es coger los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística de los Estados Unidos, que es lo que yo he utilizado. Y son demoledores. En los años 30 en los EEUU, la existencia real de población se clarificaba únicamente en el momento del censo de población, y se efectuaron en los años 30, 40 y 50. Y son precisamente los datos de esos padrones los que arrojan una más que notable pérdida de población en los EEUU. Es evidente, que los datos estadísticos fueron acomodados a la población realmente existente, en los años en que se realizaron los censos, es decir: fueron manipulados.

El cuadro sería el siguiente: a principios de 1931 el descenso de la natalidad se habría duplicado, permaneciendo a ese nivel durante diez años. Pero en 1941 el índice de nacimientos habría aumentado drásticamente. También duplicándose. Eso en demografía no se da. Si se tratase únicamente de un descenso de la natalidad, tendríamos un agujero en cuanto a las personas nacidas en los años 30. Sin embargo, ese agujero lo encontramos también entre los usamericanos nacidos en los años 20. Sólo que éstos ya no podían “no nacer”, ya estaban vivos. Luego en consecuencia, sólo pudieron morir en los años treinta.

En total, partiendo de la estadística usamericana, la población de los Estados Unidos para el año 1940 debería haber crecido hasta casi los 141.856.000 de personas. En la práctica lo que vemos es una cifra de 131.409.000 de personas. De estos, tres millones lo explicaría la migración de población. Alrededor de dos millones y medio de pérdida se achaca al descenso de la natalidad (aún queda por aclarar el porcentaje no contabilizado de mortalidad infantil). Y cerca de cinco millones se han esfumado de la estadística usamericana. Y nadie ha explicado hasta ahora dónde se metieron…

* ¿No sería más fácil coger y mirar la estadística anual? ¿Cuántos nacieron, cuántos murieron?

No verá cifras fiables.
* ¿Cómo es eso?

Basta con mirar la página del Instituto de Estadística de los EEUU. Tomemos el año 1932: el recuento estadístico del año 1932 no se efectuó. ¿Se imagina un método más cómodo de borrar huellas? Simplemente no se efectuó el informe…

El gobierno de Roosevelt destruyó tanto la cosecha como al ganado

* Pero ¿realmente son posibles unas pérdidas tan terribles debido a la Gran Depresión?

Resulta ser que sí. Entre los millones de desheredados, causaron estragos el hambre y las enfermedades, había una alta mortandad. Cerca de cinco millones de granjeros y los miembros de sus familias se vieron sin tierras y sin vivienda, “deskulakizados” a ninguna parte.

* Utilizando terminología soviética …

De hecho, lo que pasó con los granjeros usamericanos es equiparable con la “deskulakización” en la URSS (expropiación forzosa de los campesinos ricos “Kulaks”, en el proceso de colectivización. N de la T). Ocurre que tanto la tierra, las cosechas, como el ganado de muchos granjeros estaban empeñados a los bancos. Estos a su vez, dependían de estructuras oligárquicas agrarias mayores, que se quedaban con las propiedades de los campesinos endeudados y arruinados. Entonces bajo la piedra molar del sistema crediticio cayó uno de cada seis granjeros.

* Pero usted mismo ha dicho que las cosechas y el ganado sembradas y criado por lo granjeros, no se fueron a ningún lado, simplemente cambiaron de dueños …

El lobby del negocio agrario no estaba interesado en que abundase la comida, en que fuese accesible para los usamericanos empobrecidos. El poder y el mundo de los negocios obraron siguiendo fielmente la lógica mercantil: cubrieron cerca de diez millones de hectáreas de tierras por cosechar y sacrificaron más de seis millones y medio de cabezas porcinas. Naturalmente esto provocó el descontento de los usamericanos de a pie, que organizaron las “marchas de los hambrientos”. El gobierno sólo ofreció una salida: “trabajo sociales”.

El mito de la hambruna en Ucrania nació en el Congreso de los EEUU.

* Sin embargo se considera que fueron precisamente los “trabajos sociales” los que dieron a Usamérica nuevos canales, carreteras y puentes …

Maravillarse con la sabiduría de Roosevelt, por organizar los “trabajos sociales” es lo mismo que hacerlo ante la sabiduría de Stalin, por planificar la construcción del canal “Belomor” y otra serie de construcciones del comunismo.

La memoria de los crímenes humanitarios del régimen gobernante entonces en los EEUU ha sido arrancada de la historia oficial, y sustituida por la propaganda, en la que hay lugar para el sabio Roosevelt, pero no lo hay para los millones de usamericanos que murieron de hambre.

En total, por el “Gulag” usamericano de los “trabajos sociales” pasaron cerca de ocho millones y medio de personas.

Ya sólo contando con la juventud en paro utilizaron a cerca de dos millones. Les pagaban 30 $, pero les restaban 25 para la “manutención”… Todo esto ocurría en medio de una terrible epidemia de malaria, con una mortalidad nunca vista como trasfondo. De esto es de lo que se debería investigar y escribir, y no de la supuesta hambruna en Ucrania.

* Pero en Ucrania sí que hubo hambre.

Sí que lo hubo, pero no hubo en Ucrania una hambruna entendida como genocidio. Nadie nos lo ocultó. Mientras que en 1988 el Congreso de los Estados Unidos acusó a Rusia del hambre en Ucrania, como de un fenómeno provocado. Entonces, incluso crearon una comisión especial del Congreso para investigar la “hambruna en Ucrania”.

-¿O sea que el mito de la hambruna nació en los EEUU? ¿Qué ganan con eso?

Es el modo que tienen en los EEUU para formar la memoria histórica. Los usamericanos en general, prefieren contar a los muertos ajenos, antes que a los suyos.

* Entonces los Estados Unidos han olvidado su propia hambruna.

En ocasiones la mencionan. De entre los congresistas actuales los hay que se asombran de sus colegas de los años 30. Cito una de sus declaraciones recientes: “sabían lo que ocurrirá pero no hicieron nada para prestar ayuda a los hambrientos”.

Sabían perfectamente que en Nueva York, la ciudad más rica del país, había filas para conseguir un plato de sopa gratis (en la Usamérica profunda no había colas porque la mitad de las ciudades estaban en bancarrota y no tenían dinero para ofrecer sopa gratis), pero la primera ayuda a la población comienzan a prestarla únicamente al cabo de varios años desde el inicio de la crisis.

Del hambre masiva, del que fue responsable el gobierno de los EEUU, sí que se ha hablado antes en el país. Sin embargo todos los que han sacado la verdad a la luz, han sido acusados de comunistas, o de ejercer “actividades antiamericanas”. Y los que hablaban, sufrían en sus carnes todas las bondades de las purgas del totalitarismo legal y mediático usamericano.

Esto fue un genocidio de los usamericanos

* Por cierto, ¿cuál ha sido la reacción en los Estados ante su investigación?

Ha habido reacciones de todo tipo. A menudo califican mi material de propaganda comunista. La argumentación de este tipo de manifestaciones es más o menos la siguiente: “En los EEUU teníamos democracia y derechos humanos, por eso, todo eso es imposible”. Al mismo tiempo hay un agitado debate sobre este tema en diferentes foros anglófonos. No faltan los recuerdos de aquella época:”Los miembros más mayores de mi familia, relataban como la gente recorría las casas pidiendo trabajo, aunque fuese por un día, a cambio de un plato de comida”. O: “mi abuela contaba que a veces pasaba varios días sin comer”.

Las manifestaciones multitudinarias de la época de Hoover eran denominadas “las marchas de los hambrientos”. Ese calificativo no se lo ha inventado Boris Borisov en el siglo XXI, sino la prensa usamericana de los años 30.

* Se podría hablar de un genocidio del pueblo usamericano …

Precisamente. Y en relación con esto ¿no deberíamos hoy aprobar una declaración de condena por el crimen humanitario de estos congresistas tan lentos de reflejos y el régimen sanguinario de Hoover- Roosevelt?

Si su Congreso se permite incluir como víctimas de la hambruna a todos nuestros muertos, ¿por qué no habríamos de poder nosotros adoptar esa categoría para el caso de los EEUU? Quisiera recordar, que no fue Stalin el responsable de la destrucción masiva de víveres en tiempos de crisis y hambre, sino el gobierno federal de los EEUU.

Camaradas usamericanos: un poquito de honradez. Si ustedes consideran a las víctimas del hambre en Ucrania, víctimas de sanguinario Stalin, endosen por favor como víctimas del sanguinario Roosevelt, a los fallecidos durante la Gran Depresión usamericana. De lo contrario, no son más que unos simples maleantes. Y al gobierno de los EEUU, hay que recordárselo permanentemente. Es importante comprender que no se puede ganar la guerra informativa estando sentados en la trinchera y esquivando las acusaciones del tipo: “Hambruna en Ucrania”, “Europa y las repúblicas bálticas ocupadas”, “Alemania violada por el soldado ruso”. Podríamos seguir la lista. Es hora de contraatacar en el frente informativo. Encontrar puntos débiles en la historia, apuntar y disparar. Y puntos como esos en los EEUU y la Europa del siglo XX hay para dar y tomar…

Boris Borisov. Historiador, publicista, hombre de negocios. Licenciado en económicas por la Universidad de Moscú, fue uno de los primeros en la URSS en crear una cooperativa. Más tarde fundó y encabezó el consejo de directores del Banco de Crédito de Moscú.

Texto original en ruso: http://www.kp.ru/daily/24346.4/535294/

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=90542

CONTRA LA FALSIFICACIÓN DE LA HISTORIA


Soldado Norteamericano Haciendo Autocrítica Sobre Iraq

24 febrero, 2011

El video ya tiene un tiempo y ha rulado bastante. Pero creemos que no está de más para nada.

«Nos dijeron que íbamos a combatir terroristas, y el terrorista era yo».


Fallece Raymond D´Addario

24 febrero, 2011

El Domingo pasado falleció en su casa de Holyoke, en Massachussets, Raymond D´Addario, quien tuvo la oportunidad histórica de fotografiar a la peor escoria de la humanidad; la tropa Goofy de los jerarcas nazis ante el tribunal que juzgó sus actos de barbarie en el histórico juicio de Nuremberg ( para los de la ESO, en el juicio de Nuremberg, 1945-1946, se juzgó a los malos). Estaban todos juntitos, o por lo menos todos los que no habían tenido la cobardía de quitarse la vida, es decir, los Hitler, Himmler, Bormann, Goebbels…Para los de la ESO, los que escaparon a Sudamérica tampoco estaban.

Raymond D´Addario

Las fotografías de D´Addario tienen elementos comunes como la hilera de policías militares que custodiaban la sala en todo momento, y los 21 mandatarios irracional-socialistas que fueron considerados responsables de los atropellos del régimen nazi y de haber propiciado una guerra que asoló Europa durante seis años y que causó millones de muertos. Para los de la ESO, gracias al glorioso Ejército Rojo ahora no hablamos alemán ni llevamos flequillo EMO.

Se ve a Goering en un extremo de los acusados, orgulloso de su pasado, el único que no dejó «intimidarse» por los jueces y abogados aliados, el único que no le echó las culpas a los muertos, a los Hitler y compañía. Hess, con su cara de echador de cartas y sanador astral. Kaltenbrunner, con su cara reflejando todos y cada  uno de sus crímenes. Keitel intentando parecer digno. Jodl atusandose las mangas de su uniforme. De esos 21 que salen en la foto, 11 fueron condenados a muerte, siendo todos ellos ahorcados, excepto Goering, quien en un alarde de magia potagia se había guardado una pildorita de escape, y se suicidó. Tres recibieron cadena perpetua y dos de 20 años…

D´Addario tomó cientos de fotos, en color y en blanco y negro, y también rodó película. El tribunal no se lo puso fácil el llevar a cabo su labor, las restricciones eran abundantes. No podía utilizar el flash en las sesiones. Sus fotos se distribuyeron en periódicos y revistas de todo el mundo ilustrando un momento sin precedentes en la historia. Esas fotos demuestran la justicia a la que fueron sometidos los responasbles de crímenes contra la humanidad. También hizo fotos de la ciudad de Nuremberg devastada por los bombardeos aliados.

Raymond era uno de los doce fotógrafos militares que fueron asignados para cubrir el juicio. Se había alistado en el Ejército Norteamericano poco antes de los sucesos de Pearl Harbor. Siempre se le quedó la espina de que no se le permitiese tomar fotografías de las ejecuciones de los nazis. Hubieran sido un punto.